Los berrinches y el público

noviembre 17, 2020

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Los berrinches y el público

Quisiera empezar este artículo con parte de una anécdota personal, si quieres escucharla completa estaré hablando de ella en el capítulo 11 de mi podcast “Terapia que no es terapia” – De la crianza respetuosa y otros demonios.  

Colección personal Ma. José Ron

En una salida a hacer compras con mi madre, llevamos a mi sobrino que no pasaba de los 2 años en ese entonces, el pequeño disfrutaba mucho de estar en los brazos de su abuela y los míos no eran una opción, pero como imaginarán, estaba grandecito y el esfuerzo le había provocado dolor de espalda a mi mamá; así que le ofrecí alternativas para ayudarla, al pequeño no le pareció gracioso ¡empezó el show! Esto no era algo habitual en él, entonces la reacción de la abuela fue lanzarse a cargarlo de vuelta, a lo que me opuse, la gente nos miraba irritada, mi pequeño notó el rechazo y volvió a buscar los brazos de la abuela, la desesperación de la señora Rosita era comprensible ¡su nieto lloraba amargamente! Y su hija no le dejaba cumplir con las demandas del bebé; entonces respiré profundo y le dije “vuelvo enseguida, no te preocupes”, lo tomé en brazos y lo saqué de ese lugar. A cada paso encontraba miradas acusadoras, molestas y de desprecio, ni un poquito de empatía; me las arreglé para explicarle que entendía porque lloraba y que cuando pueda parar podíamos hablarlo, eventualmente se calmó, lo puse en el suelo y me arrodillé frente a él, “ponte a su altura” dice la teoría, le expliqué con un tono calmado y le propuse opciones, entonces ¡sonrió! yo no lo podía creer, me tomó varios minutos pero habíamos llegado a un acuerdo sin necesidad siquiera de levantar la voz.  

Es tan común ver a niños haciendo berrinches o pataletas, a pesar de eso es tan difícil encontrar una mirada empática que motive a los padres en lugar de hacerlos sentir incómodos y culpables; lo cierto es que la vergüenza y el miedo a ser juzgados erróneamente, más la ira, porque enfrentémoslo, nosotros tampoco aprendimos a manejar de forma sana nuestras frustraciones desde chicos, puede llevar a tomar caminos “fáciles”. Cuando hablo de caminos “fáciles” me refiero a mentirles o a agredirlos física o verbalmente, hablemos un poco de estas alternativas que ya deberían considerarse obsoletas.

Mentirles usando frases como:

  • El señor te está viendo, que vergüenza deja de llorar.
  • Voy a llamar al policía para que te lleve, o el médico para que te pinche.
  • Te voy a regalar a esa señora por que a mi no me gustan los niños malcriados.
  • Esconder lo que ha pedido que le compren, o decir que alguien se lo llevó y ya no había más (si esa ha sido la causa de la rabieta).

La siguiente opción es el maltrato, empecemos por el psicológico.

Usar palabras hirientes o que descalifican con el fin de educar a un hijo es un error muy grave, como mencionamos en mi artículo “Realmente quiero, pero no puedo” esta es la receta para formar en ellos una voz crítica negativa y autodestructiva; los gritos, pueden generar un estado de miedo muy fuerte y condicionar su comportamiento a futuro ante este tipo de estímulos, es decir, cada vez que alguien les levante la voz ellos experimentarán la misma respuesta que tenían de pequeños frente a sus padres o reaccionarán con violencia, ninguno de estos escenarios son favorables; provocarle miedo a un niño para que aprenda es un acto cruel, al hacerlo, se activa el instinto primitivo “huir o pelear” que todos los seres humanos tenemos; voy a hablar de forma más específica sobre lo que esto puede causar en los niños más adelante.

Photo by Marcos Paulo Prado on Unsplash

Vamos ahora al maltrato físico que tiene un amplio abanico de opciones, empezaré por los sacudones, estos son los culpables de la muerte y secuelas gravísimas en un gran número de niños pequeños, ¿han escuchado del “Síndrome del niño sacudido”?  posiblemente no, les presento otros nombres: “traumatismo craneal por maltrato” o “lesiones en la cabeza infligidas”. Cuando un niño pequeño es sacudido, los músculos de su cuello son aún muy débiles para sostener correctamente el peso de su cabeza y peor ante este tipo de agresión, además, el movimiento hace que el cerebro acelere y desacelere golpeándose, lo cual puede provocar daño neurológico, destruye las células cerebrales del niño e impide que el cerebro reciba suficiente oxígeno. En casos leves de síndrome del bebé sacudido, el niño puede verse normal, pero con el tiempo puede manifestar problemas de salud o de comportamiento.

Ahora sigamos con lo que está más normalizado en nuestra sociedad, el tema de la nalgada o un golpe cualquiera “a tiempo”, es una de las formas de generar miedo en los niños, el aprendizaje por miedo es un error que pasará factura con los años, lo cierto es que el miedo genera una respuesta primitiva instalada en nuestro cerebro que es el “huir o pelear”, cuando este instinto se activa bloquea cualquier aprendizaje real, piensen en un ser humano primitivo que necesitaba huir de un depredador que se aproximaba, ¿creen que en ese momento es importante aprender? Pues no, entonces el cerebro genera cortisol, mismo que produce adrenalina para que nuestros músculos tengan la fuerza para correr o pelear, con todo esto la respuesta de un niño es llorar pues se siente aterrorizado, indefenso y ¿Qué hacen los adultos? pues le gritan que no llore, que se calle (represión de emociones y sensaciones); si este es un instinto entonces ¿Qué piensan que ocurre con ese pequeño cerebro que está aprendiendo a vivir? en los niños más pequeños el daño puede ser peor al no tener la posibilidad de correr o pelear y no haber desarrollado los recursos para manejar esta amenaza, puede ocurrir que se queden paralizados y les falte la respiración. Todos los procesos neuronales y nerviosos que, de cierta manera, he descrito corresponden a la teoría polivagal de Porges.  

Para desencadenar los procesos que he mencionado no es necesario una “tremenda paliza”, pues los defensores de la nalgada asumen que solo ese extremo es maltrato, pues el cerebro de un pequeño va a reaccionar de esta forma al más mínimo sentimiento de miedo y el único aprendizaje que se genera es la reacción ante este tipo de situaciones a futuro, represión o agresión (o sea de forma sumisa o violenta), a esto hay que sumarle la idea de que esa persona que se supone que los ama incondicionalmente ha sido la causante de estas sensaciones; esto explica porque hay tantos adultos dependientes, con inseguridades, miedos, ansiedad, depresión y demás tipos de crisis que usualmente se apuntan con el dedo.

Photo by Jordan Whitt on Unsplash

La razón por la que he expuesto todo esto es para pedirles que pongan este conocimiento en una balanza: por un lado, las miradas, los juicios y las críticas del medio ante un accionar respetuoso con los más pequeños, esto es algo que no podemos cambiar, hagan lo que hagan siempre habrá alguien que los señale; por otro lado el daño físico y emocional que les puede causar los diferentes tipos de maltrato a sus hijos, darles una infancia llena de respeto y amor (contrario a lo que la sociedad ofrece) es algo que si está en nuestras manos; con eso en mente edúquense, busquen apoyo para amar y respetar a sus hijos, cuenten conmigo para guiarlos.  

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