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Cada quien con sus gustos
Este no es un tema reciente, pero creo que es importante hablarlo porque he visto múltiples quejas de hombres al respecto, sin mencionar a las figuras públicas que irresponsablemente replican este tipo de comentarios.
“Los feos están en riesgo de ser denunciados por acoso”
Para esto creo que hay dos temas importantes que explicar, primero la percepción de belleza y segundo, pero no menos importante, EL CONSENTIMIENTO.
Bello o guapo según la RAE: Es una persona notable por su hermosura, persona bien parecida. Darle un significado a una palabra tan subjetiva es una tarea difícil, y es que la belleza depende de quien la mire: lo que para unos es feo o desagradable para otros es deseable es simple naturaleza humana.
Entonces, ¿Qué es la percepción de belleza? ¿Qué hace que una persona nos parezca bonita o no?
Un grupo de psicólogos de la Universidad de Harvard y el Wellestey College, realizó un estudio con 35.000 voluntarios para demostrar que las preferencias estéticas son personales y tienen mucho que ver con la experiencia personal de cada individuo, los resultados fueron publicados en la revista “Current Biology”, para esto se pidió a los voluntarios que valoraran la belleza de 200 rostros.
El resultado fue que el 50% de las personas coincidían en lo que consideraban un rostro bello, el otro 50% en cambio difería totalmente. Si bien es cierto, los cánones estéticos presentados a través de los medios de comunicación tienen un peso muy grande, así también lo tiene el aprendizaje; es decir: hay rasgos que pueden no entrar en cánones, pero, si en nuestra historia conocimos a personas que tienen estos rasgos y nos brindaron refuerzos positivos (fueron amables, afectuosos y cálidos) es muy probable que estos rasgos nos resulten atractivos por asociación.
Moraleja, siempre se amable, respetuoso y atento con todo el mundo.
Entonces si consideras que tus rasgos no están dentro de los cánones estéticos esto no significa que nadie se fijará en ti, simplemente significa que quien lo haga se sentirá atraída/o no solo por tus rasgos si no por la idea de ser tratada/o con afecto, no le decepciones.
Ahora, hablemos de consentimiento: cuando una persona recibe un halago de un ser querido este constituye un refuerzo positivo, hacerlo con tus hijos y tu familia contribuye enormemente a fomentar su seguridad, aquí hay consentimiento.
¿Qué pasa si está dirigido a alguien que no conoces o no es muy cercano a ti?
En este momento entra en juego la percepción de belleza, esto es totalmente involuntario. Si quien recibe el “piropo” siente confianza o considera que entras entre sus preferencias, agradecerá y tu comentario no generará incomodidad, o sea hay consentimiento, por el contrario, si no siente confianza o no estas dentro de sus preferencias, el halago puede generar incomodidad, rechazo y en ciertos casos miedo, aquí no hay consentimiento. ¿Por qué miedo? te preguntaras, pues esto tiene una connotación mucho más grave y es el resultado de las múltiples agresiones a las que, principalmente, las mujeres estamos expuestas (insistencia, insultos, miradas abusivas y caricias forzadas). Con esto no pretendo generalizar, sabemos bien que no todos los hombres son así, sin embargo, son tantos como para que 1 de cada 4 mujeres se haya sentido acosada e incómoda en algún momento de su vida; cuando esto ocurre no hay consentimiento, por tanto, la insistencia y tu buena intención se transforman en acoso.
Definamos acoso, según la RAE se trata de: Perseguir, sin darle tregua ni reposo a una persona, o de, apremiar de forma insistente a alguien con molestias o requerimientos. Ahora, los “piropos” u observaciones no solicitadas pueden resultar una intrusión en el espacio y tranquilidad de quien los recibe, ante la insistencia se considera acoso.
Quienes ejercen este tipo de acciones suelen disfrutar de la incomodidad de quien los recibe transformándose así en agresores. Lo triste es que de alguna forma la incomodidad de la otra persona se puede traducir en aceptación si esta no ha demostrado rechazo, en otros casos, si la víctima demuestra rechazo puede ser agredida con insultos o gritos por no agradecer el “detalle”; esto también genera miedo. Si tomamos en cuenta que uno no debería hacer observaciones no solicitadas y que el hacerlo se puede interpretar como una imposición de alguien que se considera superior, entonces hablamos de una forma de disminuir a la persona agredida, de aquí que este tipo de acoso se considera un acto machista.
Antes de dar tu opinión sobre la apariencia de alguien que no conoces o que no te ha dado la confianza, considera que, al arreglarte para salir cada mañana, normalmente, lo haces de forma que te guste lo que miras en el espejo o ¿Te detienes a pensar si le gustarás al común de los seres humanos? difícilmente, por tanto, te arreglas para ti no para el resto, entonces, la mayor parte de gente no sale a la calle necesitando observaciones de desconocidos.
Es verdad que a muchas personas no les molesta recibir halagos independientemente de donde vengan, pero si no conoces al receptor y no sabes lo que tu comentario puede generar en esta persona, ¿No te parece más sano evitarlo?
Para saber más sobre el acoso te recomiendo escuchar “Que parte de no, no se entiende” de mi podcast Terapia que no es terapia.
Gustos y elecciones hay en el mundo tantos como personas en él, entonces, afirmaciones como la que motivó este artículo, implican inseguridad en la persona que la dice, de ser tu caso te sugiero trabajar en tu autoestima, como hemos visto, cualquier persona puede encontrarte atractivo/a si tan solo trabajas en tu seguridad y autoestima lo suficiente como para ser amable, educado, respetuoso y que te ames tanto que lo reflejes. Yo puedo ayudarte, agenda una cita.
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